Mariana Enríquez: «Hay un gusto por la oscuridad que todos compartimos»

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La escritora, ganadora del Premio Ciutat de Barcelona en la categoría de lengua castellana, forma parte del grupo de escritores conocidos como «nueva narrativa argentina». Describe las disimilitudes entre cuento de Terror y de Horror: «La diferencia es solo semántica».

Biografía
Mariana Enríquez, nació en Lanús, provincia de Buenos Aires en 1973. Es periodista y escritora. Ha escrito columnas en medios gráficos, como el suplemento Radar del diario Página/12 (donde es subeditora) y las revistas TXT, La Mano, La Mujer de mi Vida y El Guardián. También participó en radio, en el programa Gente de a pie, por Radio Nacional.

Como un personaje más, Mariana Enríquez cuenta historias frente a la mesa del café La Poesía, en el barrio porteño de San Telmo. En su manera de decir sencilla, los giros de astucia inesperados vuelven entrañable lo que nombra. Se muestra agraviada por la realidad violenta que está viviendo la sociedad: la violencia machista: “Yo no quiero poner más el cuerpo, y decir a mí me pasó, quiero que vengan ellos, los varones abusadores y digan: ´Yo lo Hice´, ahí va a estar el gran cambio”, exclama la periodista de Página/12.

P-¿Cómo está conformada tu familia y como fue tu infancia?

M.E.-Ahora es mi mamá, que es médica y yo. Mi papá murió hace algunos años, era muy grande, de profesión ingeniero. No tengo hermanos. Y bueno de chica viví en Lanús, después por trabajos de mis padres nos mudamos a La Plata, donde hice la secundaria y después estudie Comunicación. Luego volvimos a Lanús con mi mamá y al tiempo cuando junté una plata, me mude con un amigo, después viví un tiempo sola, y ahora con mi chico, Paul que es mecánico de bicicletas, le gusta mucho el turismo aventurero, también da clases de inglés, ya que es australiano y domina la lengua.

P- ¿Preferís novios alejados de tu ámbito?

M.E.- Generalmente me enamoro y listo. No me atrae ningún estilo, pero si son de otro palo, mejor.

P-¿Cómo comenzaste con la escritura?

M.E.-Habré escrito de chica algún cuentito, por ahí para el diario de la secundaria, pero muy poco. Lo primero que escribí fue esa novela que se publicó a los 21 años. Eso sí, lo que estaba todo el tiempo era la lectura.

P-¿Qué leías de chica?

M.E.-Y lecturas muy dramáticas, Mark Twain, Emily Jane Brontë, Charlotte Brontë, La historia interminable de Michael Ende, esas cosas fantásticas leía y también mucha mitología. Mi mamá tenía una biblioteca muy amplia, y en la casa había mucha libertad para leer, por eso en el medio leí libros para adultos: como a Poe, Dostoievski, Faulkner. Mi mama, una persona bastante particular, me acuerdo que le gustaba leerme Baudelaire.

P- Claro, y de ahí vino la novela.

M.E.- Si, muchas lecturas. La novela la escribí a los 17 años, en último año del secundario y la escribí para mí y mis amigos. Era una época que leía mucho de afuera, Menos que cero de Bret Easton Ellis, Ann Rice. En esa época estaba decepcionada por acá no había libros que hablen de ese tema, de cómo vivían los jóvenes. En los ´90, se escribía de otras cosas, como Rodrigo Fresan, Historia Argentina, me interesaba. Aunque no era lo que más buscaba en la literatura. Él fue mi amigo con el tiempo.

P-Por eso necesitaste reflejar todo eso en «Bajar es lo peor».

M.E.- Mi novela se taraba de otra cosa. Un romance gay, cocaína, música. Por eso buscaba literatura de afuera. Yo quería contar como vivían los jóvenes, lo que se hacía en esos tiempos. Otros escritores que me gustan son Saer con Cicatrices, él era demasiado bueno, difícil de leerlo o Piglia, con Respiración artificial, que es más un ensayo sobre la Argentina. Pero, bueno lo que pasaba era que no encontraba ese libro con una narrativa que destacara mi vitalidad.

P-Y cuando llegó ese libro, ¿qué te pasó?

M.E.- Llegaron varios: Stephen King,por ejemplo, aunque no escribía tanto sobre las experiencias de los jovenes. Y ahí supe el género que me divertía, que es el terror.

P-¿Cuál es la diferencia entre el género del terror y del horror?

M.E.-En el género del terror entran elementos más fantásticos y sobrenaturales y en el horror te puede entrar una narración sobre un hecho real, un crimen espantoso, un asesino serial. Textos más violentos, que tengas que ver con el horror en ese sentido. Igual me parece que es una diferencia más semántica, es intercambiable es un tipo de emoción lo que te provoca, como una sensación pavorosa. El género del terror tiene un grado de separación con la realidad como un monstruo, eso la distorsiona por algún momento, en realidad lo que lo define es la emoción que produce al lector que le dé pavor. Por ejemplo: Una rosa para Emiliy, eso te causa horror o asco, pero también puede entrar en cuento político, de costumbrismo, o de erótico retorcido. Yo creo que horror o el terror una es más sobrenatural que el otro es difícil de dilucidar, lo decimos separados pero por despejar la paja del trigo, quien termina por decidir es el lector. Es un género que despeja la zona gris.

P.- ¿Que te motiva escribir en ese género?

M.E.- Me parece divertido, me gusta las mitologías que ocurren ahí. Es un género popular que la divierte a la gente. Tiene antecedentes en la oralidad, de narración compartida de manera oral, como el cuento de hadas o de aparecidos, está bueno que tenga ese origen de tribu. Y en la actualidad me parece que da mucha libertad, porque es un género que está destrozado en cuanto a límites, y que solo lo podés definir con elementos que le provoque sensaciones al lector. Es libre, podes escribir sobre mujeres, o algo político o un cuento totalmente fantástico. Y me gusta lo de la mitología, cuando digo esto por ejemplo que es un tipo de cuento que lo podes ubicar en Constitución y con la fiebre amarilla hasta ahora. Permite ese tipo de parentesco. Y me divierte mucho.

P-¿Cuál es tu gran miedo?

M.E.-No soy muy miedosa. Lo que no me gustaría es enfermarme y sufrir. Tengo miedo al sufrimiento físico, al deterioro, no me gusta para nada la vejez. También me da miedo la violencia en general. Si alguien se está peleando, me escapo. A mí no me contagia, me dan ganas de huir. No entiendo como la gente puede ir a la guerra, me parece pavoroso, esa violencia no me gusta para nada. Pero miedos sobrenaturales no tengo, porque no creo en nada.

P-La historia de Angelita, ¿cómo nació?

M.E.-Bueno mi abuela era correntina, hija de italianos, y era una mujer de campo, que vino para Buenos Aires. Ella contaba siempre que una de sus hermanitas había muerto y que la enterraron en el fondo de la casa, y que cuando llovía lloraba. Pero eso fue todo. Por eso ahí digo que la tradición oral es importante. Con su relato tuve un disparador. Entonces, lo que yo hago es dejar que me sugestione el tema, no lo indago y alrededor de eso armo algo. Por eso los cuentos tienen una impronta muy vivida, parecen situaciones muy reales. Hay algo muy pequeño que sea cierto, pero el resto es todo desfigurado. Y de esa historia lo que más me impresionó fue la muerte de un bebé. Y bueno, ahí uno termina hablando de las obsesiones de una época, por ejemplo con la dictadura. Hay algo del siniestro de la situación que se vivió en la dictadura que está siempre en nuestros textos. En ese cuento salió lo que tenía que salir, una niña que desentierra huesos y un muerto que no encuentra su tumba, y salió así. Sin una idea previa. Termina pasando porque hay algo que me atravesó en mi vida, la dictadura. Por eso se termina leyendo de esa manera. Una fantasmita que está podrida pero que en realidad respira a las fosas comunes de la Argentina. Esa no fue la idea pero termina pasando eso. Hay una obsesión de mi generación que atravesó años de mi vida y la de muchos que termina todo en el terror, por eso se lee de esa manera. Hay escritores que hablan de su época, de manera más oblicua o más obvia. Si aparece es por algo.

P- Cuando escribiste las cosas que perdimos en el fuego, ¿querías hablar de la actualidad, de la violencia machista?

M.E.-No. No busqué reflejar eso. Lo que paso es que aparecían narradoras mujeres que tenían cosas en común. Cuando armé el libro elegí todos los cuentos que tuvieran ese parentesco, y los que no, quedaron afuera. Pero no hay tanta violencia, salvo en uno, el resto son todos sobre hombres que son poco predecibles, como “Telaraña”. Los dejo a los hombres como un poco tontos.

P- ¿Y cuál es tu posición respecto a los hombres?

M.E.-Nunca tuve una fascinación por el hombre viril. La construcción del hombre macho me aburre. El hombre proveedor, territorial, no me interesa. El hombre preocupado por su masculinidad, y que no se siente atraído por otro hombre, me parece muy de ´mode´. Ni siquiera es una figura a la que me revele. Me parece que ya no existe y tratan de aferrarse a eso. Tiene miedo a perderlo.

P- ¿Vos crees que tanta violencia hacia las mujeres es por eso?

M.E.- Yo creo que hay algo de desobediencia que los subleva. Es un mandato cultural del que no pueden salir. Pero eso no los justifica porque pueden salir de ahí y decir: ´eso no quiero´. Pero si lo pienso casi sin elementos científicos o sociológicos creo que hay mucho de disciplinamiento, de órdenes y de jerarquías y funciona. Porque dicen mejor me quedo acá, y no tomo el derecho de todo lo que me corresponde. Creo que la situación puntual política no le hace falta debatir ¿qué pasa?, ni necesita de explicaciones culturales de ¿porqué pasa? lo que se tiene que hacer es proponer soluciones inmediatas. El Estado tiene que estar presente, que la mujer que denuncia no tenga que volver a su casa. Estamos en un país que todavía no concedió el aborto, ni siquiera en las excepciones. La discusión hay que darla, pero es urgente una solución, no hay que desatender ni una cosa ni la otra . Pero es un tema para que lo traten expertos. En mi narrativa lo trato porque está en el aire. Todos hablamos de las mujeres, de sus sufrimientos. Hay un tema ahí, con el cuerpo de las mujeres, complicidades que se van cayendo.

P- ¿Como con el tema de Ari Paluch?

M.E.- Bueno con ese caso, que no es excepcional, abusó de sus empleadas, las acosó. Y hay que apoyar a estas chicas. Pero hay una campaña “Yo también”, que no me parce mala, pero no soluciona nada. ¿Debemos seguir exponiéndonos una y otra vez? ¿Y contar lo que no pasó? Por más que ayude el salir todas juntas, me parece que no hay que exponerse más, que vengan ellos, los varones abusadores y que digan: “Yo lo Hice”. Ahí va a estar el cambio. Porque resulta que a todas nos abusaron, a todas nos tocaron una teta pero no hay ningún tipo que lo haya hecho o que diga “yo le toque las tetas y me dieron una piña y listo». Porque a todas no pasó que nos tocaron el culo y nos la bancamos. Yo no quiero que seamos víctimas, también valientes y salir a dar la cara. El problema lo tiene el otro y no está haciendo nada. La otra parte es el que tiene el problema más serio. Que aparezca un tipo que diga, “le pasó a mi hermana, yo le toque el culo a una mina”. Está tan naturalizado lo del jefe correteando a la secretaria y eso está mal. El final es la esterilidad de siempre. Una vez más hay un desequilibrio. Yo quiero un tipo que se haga cargo de esas miserias.

P-En el periodismo ¿cuál fue tu primera nota?

M.E.- En Pagina/12. Ahí trabajo desde el ´97 como colaboradora y legalmente desde el 2004. Me acuerdo que tuve que hacer una nota de un camión que se había volcado, que estaba lleno de vacas, en Quilmes, cerca de una villa. Cuando llegamos ya había pasado el peor momento, cuando habían faenado las vacas. Llegué en el momento que hacían asados. Me acuerdo que estaba todo lleno de sangre. Fue la nota que más me impactó. Ya se hablaba de un contexto social que la venía pasando mal. La periferia de la ciudad estaba mal, había mucha necesidad.

P- Y luego fuiste encontrando tu lugar en el periodismo.

M.E.- Ya sabía que me gustaba el periodismo cultural. Empecé a estudiar periodismo porque mi objetivo único era ir a recitales y entrevistar músicos. No me gusta hacer periodismo político o de investigación, si leo y me informo pero hasta ahí. Yo quería trabajar en Rolling Stone. Creo que el buen periodista de investigación, de política u sociedad tiene bien claro que la nota que escribe es útil, sabe que lo que hace va a cambiar algo, va a contribuir con la gente, va a cambiar su manera de ver las cosas o que a esa gente la va a ayudar. A mí eso no me pasaba, sentía que utilizaba a la gente para hacer una buena nota. Ese periodismo requiere de una pasta o fuego distinto. Me gusta el periodismo cultural porque no hay nadie en el medio, me gusta entrevistar, hacer perfiles, conversar con las artistas, conocerlos para ver que tienen para contar. Y eso lo supe bastante rápido y lo pude hacer rápido en el diario. Pero desde la ficción volví al otro terreno.

P-Claro, tus novelas y cuentos hablan de esos temas: De la actualidad, la sociedad y la política.

M.E.- Si, pero ahí no hay nadie en el medio. Y no hay si se quiere una responsabilidad. Desde ahí sí puedo hablar de un motón de cosas que en la no ficción me genera demasiados dilemas.

P- ¿Que música escuchabas en cada etapa de tu vida?

M.E.- Escucho demasiada música. De muy chica a los ocho años me gustaba Durand Durand, que es el One direction de hoy. No me gusta el rock nacional. Me gustaba el punk, no el de acá. Iba a los recitales de ellos porque era un a escena en la que me gustaba estar, como Fun people o flema. Después empecé a escuchar Iggy Pop, Ramones, The Calt. Después, de más grande escuchaba The Clash y The Pistols, soy fanática de los Stone. Y después empecé a escuchar a Mais Strech People, rock británico, que los fui a escuchar al único show que dieron en Cuba, en el 2001, me gaste toda la plata. Soy fanática de David Bowie, sufrí mucho cundo murió. Me gusta Nick Cave, creo que me casé con un australiano por no poder casarme con él. Me gusta la música country, me parece mi triste y siniestra. Me volví muy exquisita con la música. Ahora estoy escuchando a un pibe nuevo, que se llama Craft. Soy fan de Bruce Springsteen, Dylan, amo a Elvis Presley, amo su mitología, también me gusta Houle, que es la banda de la mujer de Kurt Cobain, que me parece mejor que Nirvana. No sé si me gusta la música más que la literatura. Posiblemente en algún sentido sí.

P- ¿Y piensas que de ahí deriva tu última novela, “Este es el mar”?

M.E.- Si, totalmente. Es la novela más fantástica que escribí hasta ahora. La escribí casi al mismo tiempo que los cuentos. Donde todo venía siendo horrores reconocibles, barrios reconocibles y provincias. Todo era reconocible, y me pasaba que ni literariamente ni personalmente yo era así. Entonces, mientras escribía eso, me entretenía también escribiendo ésta novela, que primero arrancó siendo un cuento fantástico. El rock es algo me interesa mucho y su mitología. Y uní las dos cosas: “las luminosas” (mitología), que son las protagonistas, son las que arman el mito del rock, están en el poder, no son personas sino seres misteriosas con la música y el fanatismo. Y otra cosa que quería que pasara es que no transcurriera en la Argentina.

P- ¿Y que buscabas contar?

M.E.- Quería revindicar la cuestión de las fans, contar una historia. Aunque creo que el elemento sexual en el rock es totalmente central y constitutivo. Elvis no hubiese sido el mismo, si no hubiera movido las caderas para ellas y sin que eso las hubiese vuelto locas a ellas. Él estaba entregado a ellas, no era un elemento dominante, ellas lo eligen, sin eso. Ese cambio cultural y revolución sexual del despertar sexual de las mujeres son las que resultan imparables. Las fans son siempre las mismas, se lookean diferentes, pero son las mismas aunque no las reconozcan son las mismas chicas pero no son chicas están lookeadas así y se mezclan, pero no son chicas. Y están gritando de una manera muy sobrecogedora, con un despliegue de energía increíble. Como un ritual, un éxtasis religioso totalmente pagano. Es un libro muy breve donde está todo esto, pero que podes leerlo sin saber nada de todo esto.

P-¿Y venís rumiando una nueva idea? ¿Viene una próxima novela?

M.E.-Si, estoy escribiendo una novela de terror. Con mayoría de protagonistas masculinos, transcurrirá en Argentina, tienen una connotación política hay cosas que van a resonar como por ejemplo: niños robados.

P-¿Cuál es la película de terror que más miedo te dio?

M.E.-El exorcista, no porque me de miedo, sino que es la trama más inteligente que vi, dicho en una narrativa popular sobre una cuestión de la ciencia y la fe, ella se hace adulta, y me interesa que la protagonista sea una adolescente.

P- Tenés una cuestión con los chicos abandonados ¿Por qué?

M.E.-Hay siempre un doble discurso. Primero la corrupción de la inocencia, da miedo y en un niño no la podes entender, es como que está abandonado de Dios. Por eso funciona en el terror, porque uno piensa que el mal es aprendido. Y hay un doble discurso, donde se cree que el niño es un ángel y todos los niños mienten permanentemente y manipulan, cuesta reconocérselos a los niños y ellos inventan, mienten para zafar. Y cuando dice “con los chicos no”, es solo un discurso. Muchas veces se los maltrata mucho.

P- ¿Por qué crees que un escritor puede escribir cosas tan oscuras como: “El hombre en el cielorraso de Melanie Tem y Steve Rasnic Tem”?

M.E.- Me parece que la atracción por la oscuridad es una especie de curiosidad por lo violento y lo horrible que es bastante común. El lado oscuro existe permanentemente. Podes no sentirlo pero tener curiosidad por querer entender que lo hace hacer a otra persona alguna cosa, pasar ese lado. No a todo el mundo le gusta cortar personas en pedacitos, que le sucede para hacer cosas tan horribles, porque sucede ese quiebre.

P- ¿Te irías a vivir a otro lado?

M.E.- No, ya estoy grande para pensar en eso. Lo que si me gusta es viajar mucho, me gasto la plata en eso.

P- ¿Que sentiste cuando se tradujo tu libro a 22 idiomas?

M.E.- No siento mucho. Es un delirio. Siento agradecimiento por que les interese. Tengo amigos que sufren, quieren saber que dice, si está bien traducido. Yo escribo en español. De última puedo fiscalizar que dice en inglés, que es mu segunda lengua y en francés, que me gustó mucho la traducción. Y lo bueno de tantas traducciones,es que me permitió viajar porque me invitaron a festivales y fui a todos los que pude.

P- ¿Qué lugares visitaste que si no te invitaban no hubieses ido?

M.E.- Edimburgo. Y no hubiese ido porque es muy caro y no me imaginé que me iba a gustar tanto, salvo por el clima, que no me gustó, mucha lluvia y frío. Y el otro lugar hubiese sido La Paz, porque me parecía un lugar un poco extremo, son dos mil metros de altura y yo me apuno mucho, no me gusta la altura. Esos fueron dos viajes que terminaron siendo muy interesantes. Dos ciudades fascinantes y hostiles a la vez.

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